Acelgas

Hay personas que se dan mucha importancia
y otras sin embargo que viven en la insustancialidad.
Gente que haría una tesis de cada vez que respira
y gente, por contra, que nada en la insípidez vital;

vamos...lo que vienen siendo "unos acelgas”.

No digo serios, no digo callados
(estos me caen bien por ser tan contrarios a mi)
son para que me entendais:
los que no se comprometen,
los que no se mojan
los que nunca dan un paso adelante, ni salen del despacho,
los que son tan correctos que incomodan
los que no te besan porque se significan
los que siempre hablan en bajo o en excel
los que nunca son amigos de gente peligrosa.

Los que prefieren ver la cutreserie española de las diez
antes que echar una jarra con un amigo,
los que se callan cuando llegas
(porque según elllos no eres de fiar)
los que van de educados pero nunca dicen hola ni adios,
los que  siempre hablan de nosotros para resaltar que tu eres de ellos
los que saltan por encima de los muertos
sin mancharse los zapatos de Chanel
en fin...
los malos de casi todos mis cuentos.

¿Os digo un truco...? Si hay un momento en el que siempre
se indentifica a los acelgas es en los regalos:
un triste siempre hace un regalo triste,
no digo barato,
digo triste;
no digo común,
como puede ser una corbata, colonia o libro
(a mi me gustan ambos tres)
sino un regalo que naufraga en la tristeza
que se abre, tuerces el gesto, cruzas la sonrisa
y dices de manera inefable y cansina:

"me ha gustado mucho, de verdad"
como si hubiera que disipar dudas.