lunes, 29 de septiembre de 2014

Al sur

Quiero bajar al sur,
al sur en el que habitan tus deseos
al sur en el que desaguan
todos mis rios
cuando te pienso.

A ese sur de mares
y lenguajes
que no entiendo.
al sur de cavernas humedas
y jameos
donde resuenan con ecos sordos
mis suspiros huecos.

Quiero bajar al sur
allí donde golpean
las olas al ritmo
que golpeaban nuestras caderas
al querernos,
allí en el bosque oscuro
de sombras y recuerdos
allí junto a la orilla,
tras la barca,
cuando quererse bajo la luna
no estaba prohibido.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Aquilino Martín (2)



Aquilino Martín,
de profesión bancario y compositor de versos,
vio venir el otoño de lejos,
sabia que este año acunaría lluvias,
como flores la primavera,
y decidió hacerse un colchón de ocredades
y neblinas
para apremiar agostos
y meter prisa a los enveros.

Salió de casa engolado y a destiempo
con su paraguas de peces,
y su viejo chubasquero
y antes de ir al banco se pasó
como de habitual
por su bar preferido a tomar su bitter kas
y sus boquerones frescos.

Allí se encaró con un cretino
que argüía toscamente que Chirbes era un dios
y Carrasco un poeta del pueblo,
Aquilino les retó a duelo
recitando versos de León Felipe
como ese que dice que “todo el mundo está cuerdo,
terrible, monstruosamente cuerdo...”
se cago en la puta madre de la oveja de carrasco
y se disponía a quemar En la orilla
cuando un urbano
de los de gorro en orinal
le detuvo a tiempo.
“Caballero, si Babelia dice que son buenos,
es que serán buenos”

¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
¡Qué lástima,
que yo no tenga comarca, patria chica, tierra provinciana!
Y cuando iba a empezar con lo del abuelo
que nunca ganó batallas,
el guardia le aplicó
una norma preconstitucional en las costillas
que le dolió como un ripio en estrambote
a verso suelto.

Y como cada mañana
al comienzo de cada nueva estación
entró en su oficina bancaria sonriendo
se ajustó la soga al cuello, el saco al cuerpo
y se engominó el pelo
sentándose en su silla de cuero negro.
y todo el resto del dia
se lo pegó
en silencio
concediendo prestamos hipotecarios al siete por ciento.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

La soledad era esto de Juan José Millas Opinión.

Empiezo diciendo que el autor
me cae regulín
pero me tengo por transigente
he incluso leo y releo
a quien detesto.

Cuando uno, como el que firma,
se adentra en los cuarenta y tantos
te entra un miedo terrible a emborracharte
de lo inevitable
puedes eludes entrar en un tunel de tedio
que te lleve a los sesenta
sin saber siquiera cómo has llegado.
algo así quise contar en un cuento
al otro lado

Son esos años en los que,
como decía mi adorado Garcia Pavón,
se empiezan a tener más recuerdos que noticias.

Y de eso va el libro, de irse quedando desnudo
deshaciendote de ese entorno familiar
que al mismo tiempo te guarece
pero también te atrapa como camisa de fuerza.
Unos se mueren, otros se van,
unos te abandonan y muchos te sobran.
Y Millas tiene la gracia de inventarse un metodo
que es el de lograr que en lugar de describirte tu,
son los demás los que cuentan como te ven envejecer
desde fuera.

Es cierto que en algún momento
al inicio,
me pareció (con espanto) otra Fortunata Fortuna
tonta y descerebrada
con un empacho de egocentrismo.
Pero pasó
y me fue viniendo a la cabeza el Verano de Coetze
donde los demás hablan de quien era él
y la suma de las partes hacen el todo
y la soledad se hace real
y al final puede ser que la soledad sea esto que describe Millas.

El libro ganó el Nadal
así que  sumo otro más a la larga lista de nadales que me leo
Me lo recomendo Tita,
y me lo leí anoche de una sentada
de doce a cuatro de la madrugada
en esas lecturas procastinadoras
que te hacen olvidar
los dias enfangados que vives
rellenando los insomnios.

En resumen que contra todo pronóstico
me ha gustado.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Seis libros de agosto

Dura la lluvia que cae de Don Carpenter
Me ha gustado,
aunque alterna capitulos magistrales con otros tediosos.
Polvora negra
para seguidores de la prelatura personal de Montero Glez
de la que soy fanático miembro
El olvido que seremos
buena historia y bien contada
no llega a La virgen de los sicarios de Vallejo
sobre el mismo tema, pero está bien


y luego repizcando cuentos de
El gol más lindo del mudo y otras piezas futboleras
Montero Glez en un altar incluso escribiendo de futbol
Cuentos costeños
grandisimo Gabo articulos periodísticos como cuentos
que leo a pequeños sorbos para que nunca se me acabe.
El amanecer de un marido
prescindible este libro de Abad Faciolince


De ensayo sigo con Kanheman
Pensar rápido, pensar despacio
libro muy interesante para leer poco a poco y pensándolo
va sobre decidir con la cabeza o decidir con la nariz.

Y empiezo En la orilla de Chirbes