Me da pena que se me vaya
diluyendo El viaje del anarquista de Elifio Feliz de Vargas antes de escribir
un post con aclamaciones. Rasmia es una editorial en la que de habitual me paro en
las ferias del libro; casi siempre compro algo y casi siempre echo la
charradeta con los editores de la caseta que mal que bien me asesoran, sabiendo
obviamente que es una asesoría interesada y complaciente, pero de la que me he
llevado a casa verdaderas joyas. También este año. “Llévate este libro que seguro
que no te arrepentirás”. No me he arrepentido.
El viaje del anarquista está a
medio camino entre la insularidad rural y la abierta Barcelona revolucionaria industrial
de principios de siglo, la ciudad de los prodigios de Mendoza y As bestas; a medio camino
entre el realismo mágico y el costumbrismo.
Cómo explicar lo que supone el anarquismo
incipiente en esa lucha entre lo intelectual, lo delictivo, lo sindical; la hoz
y la pólvora. El pueblo excluido frente al estado liberal falsario; el
idealismo, la imposibilidad de jugar a demócrata en una partida con las cartas
marcadas. Cómo explicar la infancia naciente de una ideología que luego se
convertirá en depravación, gansterismo y vergüenza en esa Cataluña en el centro
de España. Qué respeto a los viejos anarquistas como Pestaña.
Y al mismo tiempo la vida rural
de interior, la mujer rural y el deseo de vida que revienta las puertas
cerradas con siete llaves y aldaba. Ese otro mundo que contaban As bestas o el
Alcarrás de Simón. Esa mujer rural que reivindica aire e identidad. La mujer
del italiano de Elena Laseca. Camino de sirga de Moncada. Y por supuesto y
siempre Pólvora negra del maestro Montero Glez como retrato de ese anarquismo
idealista de casa bien de Morral y Ferrer. La bomba orsini como herramienta filosófica
de reivindicación intelectual.
El viaje del anarquista es una
novela corta, intensa, histórica (de cuando la semana trágica de Barcelona en
1909), es una novela negra (con malos muy malos que tienen algo de bueno como
el Mendez de Gonzalez Ledesma en el barrio gótico) es una novela costumbrista como
Luz de Domingo de Jose Luis Garci (ved esta peli y no hagáis caso a los idiotas
etiquetadores) y es una preciosa novela de amor.
Un pueblo perdido de Teruel en
1900 del que se escapa la gente para ir a la Barcelona, de pícaros y lazarillos;
de boticarios y casas de lenocinio. La Barcelona pija y derechona de casa bien,
la burguesía catalana a resguardo y el niño que nos sale político y además rojo,
como entonces, como ahora, como siempre. Me he imaginado a mi abuelo con trece
años saliendo del metro de barcelona sin saber leer ni sumar. Amasando pan a las cuatro de
la mañana en la pastelería de un tio que lo rescata . La vida por
delante, las desilusiones por construir. Y al mismo tiempo el sobrinico libertario
del boticario que cae en un pueblo de Teruel de de apenas 200 habitantes. En contrapunto a la inversa o quizá no tanto.
Y construir la trama y usar un
lenguaje perfecto pulido abarrocado al estilo de Marquez en Macondo (no tanto
claro, pero en esa línea) y las piezas que encajan y lo real que engarza sin
estridencias con lo mágico, como que así tuviera que ser y la polifonía de
voces, de espacios, de líneas narrativas. Una maravilla. Leedla tan solo por el gusto de
leer. Tan corta, tan intensa.
Ni que decir, que no tenía
ni idea del escritor: Elifio Feliz de Vargas, buscaré más de él. Leedlo, hacedme
caso. Le he puesto un 5 en mi lista, no digo más.