La lectura ociosa de novelillas ligeras y negras
de Gómez Escribano;
el atardecer naranja entre las cañas
junto al mar;
las redes sociales que te enredan
con cantos de sirenas de corchopán;
el agosto a finales en un rincón sin cobertura
en un pueblo sin lugar;
y escribir este poema solitario
apenas sin parear
pelean este estío por esa suave sensación lenta
del tiempo sin ocupar.
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