A veces mastico los besos
que no he dado
me acojona el mundo
que no comprendo
y vivo de puntillas
sin hacer ruido
para que no me adivinen
descalzo.
Llueve, hace niebla
y la ciudad se esconde
para no ser vista
en este preludio de febrero.
Me arrebujo en la trastienda
de bitacoras prohibidas
viendo vicios ajenos
avergonzado
como el niño que descubre
a sus padres follando.
Y escribo
con fuerza y miedo
lo que siento.
¡Ojala el tiempo me regalara
(en vacio)
la vida escribiendo!
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