domingo, 7 de enero de 2018

Nada, no pasa nada.

Me burbujea la cabeza al despertar,
está llena de cocodrilos,
manillares rotos, tareas pendientes
y una angustia con tendencia al desasosiego
que me impide empeza el año.

Nada, no pasa nada,
es solo intranquilidad hecha materia,
como si los sueños fueran formados
de esa pasta maloliente
que se utiliza en las ventanas para aislar.

Nada, no pasa nada
es como el aceite que gotea denso
del filtro de la mampara de cocinar
antes de limpiarla.

Me burbujeala cabeza
y se llena de herrumbre y oxido
como esas tablas que enseñan peligrosas
los clavos en los leñeros
de las casas viejas.

Nada, no pasa nada,
solo que mi cabeza es un marjal embarrado
lleno de muñecas sin cabeza
palets de construcción
condones pisados y latas aplastadas de Bitter Kas.

Un ruido de globo grita a mi lado
en forma de un acufeno penetrante
permanente e insoportable,
una corona de hierro me aprieta
la frente
como el cuello a los ajusticiados
a garrote vil.

Nada, no pasa nada
solo que algunos dias
me burbujea la cabeza al despertar.

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