Los papeles se deshacen con la lluvia
de un día de abril,
se deshacen los recuerdos
se arrumban minutos pasados
por los rincones
y queda un silencio doloroso.
No pueden quedar cuadros, ni carteles
en las oficinas vacías
porque guardarían en los paisajes
cientos de miradas perdidas
de tardes de aburrimiento
de muchos sueños
de tantos planes de huida
abortados en el último momento
para buscar el aire fuera.
Los armarios
dejan las puertas abiertas
para demostrar su profundidad desnuda,
las baldas penden en el aire
como hojas de otoño
los ojos de las cerraduras
quedan solteros
sin las llaves perdidas.
Oigo voces
a veces risas,
historias depositadas
a buen recaudo
en el secreto tras la celosía.
No hay pena si no hay personas
ya están las lágrimas lloradas
de antes
ahora es solo espacio,
sin habitantes,
horas que vagan como fantasmas
entre los pasillos
de cartón piedra.
Duele ese silencio impuesto.
ResponderEliminarUn abrazo