En estas horas de siesta
me miro desde arriba,
y me extraño tanto como me ignoro.
Veo a un hombre maduro
con la paz
de un hombre viejo
sin serlo,
y la premura acelerada
de un joven
ya olvidado.
Saltando escaques
eludiendo que me claven
delante de reyes efímeros
en jaque...
y en esa tendencia innata
del peon de gleba
de coronar dama.
muy bueno!
ResponderEliminarMuy bien ejecutado.
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