A mi me gustan los colores y el olor a leña,
pero ahora que arrecia el frio
y los arboles quedan desnudosa la intemperie
el otoño se convierte
tan solo,
en un preludio de niebla
"Me gustaría vivir de la poesía
para no tener que vivir del cuento"
Versos cotidianos al otro lado del espejo del CHICO DE LA CONSUELO
A mi me gustan los colores y el olor a leña,
pero ahora que arrecia el frio
y los arboles quedan desnudosEntre el Pilar y Navidades
habita el entretiempo
vestido de ocre
He descubierto la IA (Inteligencia artificial)
y así sin todavía mucho manejo ni destreza
le he mandado a ser poeta:
que rime endecasílabos sobre soledad y amor
y dictarme un soneto a capela.
Esto me ha devuelto, con más dignidad y solvencia
que el que de habitual rellena este espacio
con ripios mal contados y
una pedante autosuficiencia:
En la soledad, mi alma se consume,
mientras el amor, lejano, se disuelve,
en ecos de un suspiro que no vuelve,
y en sombras donde el tiempo se resume.
El corazón, que busca y que presume
de hallar la luz que a mis días resuelve,
se queda en un abismo que se envuelve
en frío y en silencio que lo abrume.
Mas, cuando pienso en ti, la soledad
se torna en un refugio de esperanza,
pues tu recuerdo llena mi verdad.
Y aunque el amor que parece no alcanza,
en cada sombra nace claridad,
en cada ausencia, nueva confianza.
Qué difícil resulta pensar en orden,
crear dioses,
dialogar con tus personajes
cada día
a la vez que ganas el pan
y guerreas contra tus enemigos.
La siesta abre paréntesis
se llena de sueños inesperados
retazos de día
y una rareza de erotismo
que no sé explicar.
Primero ando por la frontera
de la tarde de otoño
y luego caigo en lo profundo de un azul
sin tiempo ni referencia
como si no fuera a despertar.
Dos horas después suena el teléfono
lleno de palabras y números
me despierto,
y salgo deshojando tranquilo
las últimas tardes libres
del calendario
estival.
Se van yendo los dias de estio
llegan las tardes de domingo,
el futbol,
las tareas pendientes para mañana
disfrazadas de rutina
y otoño.
Ese discurrir del tiempo
cansado,
que hace que septiembre
tenga pinta de mes ya vivido.
Qué extraña calma.
Qué sueños sin fronteras.
Qué deslizar los verbos limpios
por el curso de las palabras;
Qué amenazante la noche que atruena
cuando se arremolinan los adjetivos
y los nombres se enrocan como escorrentías
que desaguan los desasosiegos.
Domingo,
poesía,
lluvia,
trenes y estaciones,
ventanas,
días normales en el bar
preferentemente en otoño.
Taxis y sirenas,
mendigos,
algún borracho,
fracaso,
el mar de las ciudades con mar,
y mujeres que se olvidaron de ti.
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De todo esto va la poesía completa de Iribarren
que he leído este verano
Está a mi modo de ver en linea con Wolfe y de Cuenca
(para que os hagáis una idea).
Para qué mentiros
no me ha encantado,
lo que no quita para que tenga poemas
verdaderamente preciosos en su sencillez cotidiana
como ese que dice:
"Qué hago
mirando la lluvia
si no llueve"
Se construye de frases cortas, cortísimas
a ráfagas, como un rap
como el mazas y catapultas
de Kase O
y una tristeza que se pega a las letras.
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Leeros este:
Hay días
en los que levantarse de la cama
suele terminar siendo
más que un acto rutinario
un gesto épico
Y no me refiero ahora a las resacas
ni a que caigan
chuzos de punta ahí fuera
ni a que hayas roto con ella
Me refiero
a cuando te quieren y hace sol
y no te duele nada,
a cuando tienes el mundo
rendido a tus pies,
y no te basta.
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O este otro:
Me lo dijo
un colega,
la otra tarde:
"Mira tío,
como sigas así,
escribiendo
en servilletas de papel
por los bares
acabarán cargándote
el sambenito
de poeta,
ya verás.
Y luego
a ver qué hostias
haces"
Nunca he renunciado a mi cuarto oscuro
donde disfruto y lloro
donde leo y pienso
ese espacio más allá de lo público y lo privado
llamado intimidad.
Donde nadie entra, ni siquiera de puntillas
nadie, ni siquiera quienes quiero.
Donde habitan mis fantasmas y mis ogros
y se siembran mis sueños
casi todos incumplidos.
Tan solo a veces, pocas veces
entra o sale el aire
en forma de poemas
para permitirme respirar.