martes, 17 de diciembre de 2019

Necesito viajar

Necesito viajar,
pero no a cualquier sitio
ni a cualquier lado.
Cada melancolía tiene su viaje
y cada ilusión su carta de vuelo.

Me gustaría ver de nuevo atardecer
en el Sancti Petri viejo,
amanecer en el Ganges,
tomarme una cerveza fría
por las calles embaldosadas
de Sao Luis de Maranhao
y un desayuno a deshora y tranquilo
en ese barrio bajo el puente de Sidney
al que llaman Rocks.

No quisiera andar inseguro
como hago en los últimos tiempos por la vida,
ni viajar muchos kilómetros en coches alquilados
No quisiera andar de mochilero
por los sueños que me quedan,
ni entretener al tiempo esperando filas.

Me gustan las camas grandes
en los pisos altos de hoteles de lujo
donde puedas hacer el amor cerca del cielo
sin despertar a los ángeles aletargados.
Me gusta sentarme en el asiento de atras
silencioso y sin molestar
mientras guias de piernas largas y voces melosas
detallan en lenguas incomprensibles
las maravillas de una ruta con destinos indeterminados.

Me gustaría romper la orilla
de la playa de las noventa millas
en la isla norte. Me gustaría
lanzarme por sus dunas
con una alfombra mágica
hasta el pais de las sombras y los elfos.

Me gustaría, en fin, tener la tentación de quedarme
al saberme de regreso.




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