miércoles, 27 de noviembre de 2019

En escalera

Qué silenciosa la noche,
solo el zumbido del ordenador
y el claqué de los dedos sobre el teclado
invitan a beberla en vaso de chupito sin yelo;
solo el desorden de mi mesa, hace eco al de mi vida
solo el abrazo de los versos me calma, solo él me acuna
solo estas horas de desvelo compensan el cierzo y la marejada.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Incertidumbre

Que es la vida sino flotar en la incertidumbre,
no saber
navegar en el punto exacto que quiebra el aire
ver pasar
apostar por batallas perdidas y huellas de cristal
resisitir
añorar el sol de agosto entre la niebla invernal
extrañar
andar por la cuerda de la desconfianza sin red
cerrar los ojos
suspirar en silencio sueños imprecisos de ayer
ser prescindible
nadar entre burbujas llenas de humos sin color
ser invisible
escribir con tinta de lágrimas
en un diario que nadie lea
                     y todos puedan leer.

martes, 19 de noviembre de 2019

Surrealismo gris de noviembre

Hay temporadas en las que me asalta la extrañeza,
veo volar a los hombres desde las azoteas,
arrancarse los pelos a ermitaños
de dentro de la nariz;
veo a jefes que se sienten perseguidos
por rebaños de hormigas
a las puertas de su ego y su miseria.

Hay temporadas que la extrañeza se hace cotidiana
y la vida se muda
como la piel de los ofidios fuera de estación;
lo que está arriba baja
los jarrones se rompen,
lo que está abajo sube
y nada se parece a nada.

La quietud está minusvalorada
y solo se escuchan gritos atormentados
desde dentro de las bañeras
desde lo alto de las torres
mientras batallones de sedientos
arrancan los badajos de todas las campanas.

Los muertos se agazapan en las marquesinas
de la linea seis
como los recuerdos
como las paginas subrayadas de los apuntes de un opositor
como los caimanes que esperan en las aguas turbias
del parque del retiro a ver los niños caer,
como un partido caluroso en el pabellón de san blas.

Al franquear la puerta de la oficina
he visto mujeres arañándose la cara
escondiéndose bajo la mesa
huyendo de los aguadores que encharcaran sus entrepiernas
como el noviembre, la niebla
y el tedio de los cincuenta.

Los hombres sacan licor de caña
de aljibes con poza y fuente de diez caños,
los políticos recitan discursos cargados de metáforas
que engalanan el vacio de las tertulias de radio.
El balance y la cuenta de resultados
follan salvajemente
jadeando créditos prestamizados al siete de interés.

Y de repente el silencio abstemio de la oración,
el deseo inocuo de vaciar la mente de rizos y pliegues
que hagan el pensar más lento,
la masturbación lentísima inspirada en el sexo amateur
de cuentas ficticias de twitter
que dan lugar a orgasmos de esos que agolpan en las sienes
toda la sangre.

Llueve fuera, hace un frio de febrero en noviembre
y la ciudad se viste de luces naranjas
como un hare krishna
que reitera sus salmodias
entre viejas en letanía.

Se hace madrugada y de la extrañeza
renacen palabras que ponen railes a las vias del tren suicida
que circula sin maquinista ni estación
en este mundo de algaradas y banderas.
El sueño se come los versos
y en esa zona intermedia que diluye las fronteras
quiero entrever las sombras de la poesía.



domingo, 3 de noviembre de 2019

¿A quién cojones voto yo?

Ya sabeis que cojeo
más de la pierna derecha que de la izquierda
que defiendo desde mi ateismo
el pensamiento socialcristiano
y desde mi antimarxismo
el compromiso social.

Ya sabeis que defiendo el liberalismo
como un anarquismo sin desvirgar
(o viceversa)
y que no admito
que el Estado se meta en mi casa
ni para salvarme.

Odio las banderas, las patrias y las naciones
las cruces en política,
odio a los que usan la palabra pueblo
para justificar la violencia de los perdedores
y asumen su portavocía en una representación
que nadie les confirió.

No soporto a los lideres de postal y telegenia,
de coaching y emebea en los uesei
pero mucho menos soporto
a los que hablan de todo sin estar formados
en nada.

No me gusta que se disfrace el oligopolio de libre competencia
se confunda el silencio mediático con el acatamiento
ni que diez familias y sus vasallos
controlen la economía local.

No me gusta el centro sumiso de empleados de sucursal
funcionarios de grupo A en excedencia
ni de opositores fracasados
y recolocados como yo.

No comprendo como la pobreza real
no ha tomado nuestra clase media por las solapas
y se ha dejado engañar
por la palabrería lila de profesores universitarios
con discurso ochentero y fotografía del Che.

No aguanto las tertulias de mire usted
los programas de derechones cabreados
ni el buenismo totalitario y demagogico
de ondacero a las tres.

Me molestan los pajes y sicarios
de los que mandan
disfrazados de diputados para que no se vea
la cara de su señor.
No quiero un presidente que nunca haya trabajado
en nada
o solo de adjunto universitario, que aun es peor.

Y con todo y con esto
decidme
a quien narices tengo que votar yo.