Todos queremos
el placer de ser causa,
de generar efectos reconocibles
de lo contrario caemos en la irrelevancia
en ir por la vida sin más aliciente que contar guijarros
por el camino.
Que peor castigo
que no contestar al correo
ni las llamadas telefonicas, ni darse por aludido
la condenas es el aislamiento sin reporte ni respuesta
la condena es irte apagando, quitarte la tarjeta, la plaza de aparcar.
Que mejor respuesta que la sonrisa inocente
las fotos de la fiesta del ultimo findesemana en familia,
la borrachera con los amigos, la frase laudatoria en el guasap.
Les miro con desprecio el reverso de su envidia, besitos ladeados, risitas de postín,
seres prescindibles y eventuales a los que joderles la historia
y la naración
de su historia inventada.
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