Despierto sin
despertar, en ese duermevela postrero y semidormido en el que se escuchan
palabras desgajadas de merienda cena
Se va deshaciendo la
siesta como un ovillo de horas huecas rellenadas de silencios y músicas lentas.
Cae la tarde tibia
tras las montañas, mientras las primeras sombras huelen a cena y a pueblo de piedra vieja.