Se fueron todos
al final solo quedó la tarde
eran las cuatro,
palabras sedientas que se fueron alargando
hasta que aquel viernes de abril se fue haciendo sábado.
No recuerdo sino el primer amor a risas
en aquella mañana en tu piso al despertarnos
hacia sol, mucho sol
compramos tres libros en la cuesta Moyano
uno de Cabrera Infante, otro de Sepulveda y un tercero de Bolaño.
De repente, la vida se nos hizo domingo entre los brazos
follamos mucho,
no salimos hasta el nuevo día de tu cuarto
solo recuerdo la ducha fría, mi camisa de lino, tu vestido de verano
y que dábamos envidia por la Plaza de Santa Ana
paseando.
Me dejaste en la estación de Atocha
a las nueve menos cuarto
y prometimos volver a encontrarnos,
sabíamos que nos mentíamos.
Solo alguna mañana de abril, como hoy
mientras releo Tres tristes tigres
y te imagino con los detectives de Bolaño
quiero creerme
que aun nos recordamos.