Darse
importancia para acallar brujas y fantasmas,
darse importancia para
rozar personajes,
darse importancia para que quede escrito
el nombre en
los membretes,
darse importancia para renunciar
a lo cotidiano y
pretenderse trascendente.
De siempre he visionado los mitos
en chancletas,
las divas en camisón,
los concejales borrachos en los
burdeles de barrio,
los diputados en mesas de segundón;
la secretaria
general friendo pescadilla,
el gatillazo del presidente del consejo de
administración.
Añoro la frase limpia, la tertulia tras el café,
el
guiñote jurando en verso,
el paseo matutino de domingo alargando una
tarde de noviembre
hasta más allá de las seis;
el beso esponjoso tras tu
silencio,
follar a media tarde en un dia laboral
y alcanzar la
madrugada de un martes
leyendo hasta la hora de despertar.
De habitual,
la gente que se da demasiada importancia
no saber acariciar.