Tengo 46 años de vida
y una vida que me invento
en este y otros
blogs.
Me dice mi mujer
que ya solo escribo
para que me lean
y que a lo mejor
me vendría bien escribir a lapiz
de nuevo
en el viejo cuaderno azul.
En agosto cumpli 46
y me parecen tantos
que aun me parecen pocos.
Ya no es que me persigan
los demonios de mis hipocondrias
los sueños de grandeza
los insomnios entretenidos
por ramalazos de egocentrismo
y versos de Peter Pan,
lo peor es que
me faltan fuerzas para salir
afuera y gritar.
Lo peor fue cuando Drogo
se dio por vencido
cuando se supo para siempre
en la Fortaleza Bastiani
cuando sus murallas fueron
sus renuncias
asumidas;
cuando los tartaros
se dibujaron como sombras en lontananza.
De un tiempo a esta parte
me bajo las gafas
a la punta de la nariz
para luchar contra la presbicia
y poder leer mejor
porque no me quiero operar.
De un tiempo a esta parte
guardo la carta de renuncia
firmada en el cajón
mientras la vida me atropella cada lunes
con las urgencias
de lo trivial en bucle
hasta el viernes.
Ya borro sin leer los correos
de la universidad a distancia
que me ofrecen matricularme
en periodismo
para el próximo año
y que antes sopesaba cada septiembre.
Todavía no he sucumbido
al beso en la frente
ni al gatillazo en la nuca,
pero si os digo la verdad
no siento ninguna envidia
cuando veo reciclar
a mis amigos divorciados
su nuevo amor de entretiempo
al modo del Tony
el de
Lastima Luis de Aute
que se jugó la vida al volapié.
Recuerdo al padre de ese personaje
de Martinez de Pisón
en El dia de mañana
que le aterraba el telefono
porque se imaginaba una llamada
que le cambiara
su aletargada vida acomodada
que tanto odiaba.
Tengo 46 años de vida
y una vida que me invento
en este y otros
blogs.
Y hoy me invento
un padre sin autoridad
un marido sin amantes
un bloguero sin comentaristas
un curro sin aliciente
un escritor sin libros
un periodista frustrado
un orgasmo de sabado
una exnovia sin facebook
un twitter sin seguidor
un domingo sin resaca
un pijo sin problemas
un votante de centro
en resumen alguien
que no quiero ser yo.